GOOD SAVE THE QUEEN

GOOD SAVE THE QUEEN

BROKEN 2

Continuando la síntesis de medios y la contención expresiva característica de su trabajo, la obra Broken 2 —que pertenece a una serie de tres obras realizadas con la misma técnica— está realizada reproduciendo en plexiglás una serie de ventanas rotas y está ligada a la teoría de los cristales rotos. La teoría de la ventana rota es una teoría criminológica que establece que los pequeños daños sufridos en un espacio aluden necesariamente a un mal estado más general, hasta alcanzar la vida y las situaciones humanas que están vinculados a dicho espacio.

GOD SAVE THE QUEEN. Sobre Pintura en la Colección MUSAC

SALA 1 Y LABORATORIO 987 – 19 de septiembre, 2015 – 16 de diciembre, 2015

Comisariado y coordinación: Área de registro y colección del MUSAC Koré Escobar y Raquel Álvarez (Dalser, S.L.)

En 1977 los Sex Pistols lanzaban al mercado un sencillo en el que se incluía “God Save the Queen”, canción que, tomando por título el tradicionalmente usado como himno nacional del Reino Unido, fue considerada en su época como un ataque directo a la reina y que, posteriormente, ha pasado a la historia como uno de los más frescos alegatos en pro de la liberación frente a la rigidez de los convencionalismos establecidos.

Si en la historia del arte ha habido una Reina indiscutible entre las prácticas artísticas ésta ha sido la pintura que a lo largo del tiempo ha ostentado un innegable papel hegemónico sobre el resto de “disciplinas”. Tanto es así que, popularmente, ha llegado incluso a asociarse el hecho artístico con el acto de pintar. No será hasta finales del siglo XIX, y sobre todo a partir del siglo XX, cuando se asistirá a un paulatino destronamiento de la pintura; por una parte se atentará hasta su demolición contra los cánones establecidos en la modernidad y, por otra, se desarrollarán toda una serie de tecnologías creativas que se constituirán en serios aspirantes a ocupar el lugar hasta entonces reservado a la pintura.

Paulatinamente, la actividad pictórica fue reducida a grado cero y todos sus bordes fueron rebosados; la representación, el marco, el espacio, el soporte, el lenguaje y hasta la materia… Desde entonces la pintura ha muerto muchas veces para volver a la vida, bien reinventándose a sí misma y habitando, precisamente, en esos nuevos territorios conquistados, o bien como rastro o germen en alguna de las, cada vez más numerosas y variadas, formas de expresión artística contemporáneas. Así, podría decirse que se ha producido un doble proceso evolutivo: por una parte, la investigación y la experimentación histórica han dotado a la pintura de tal libertad formal y expresiva que le han permitido continuar como una opción más a disposición del artista contemporáneo y, por otra, ésta ha ido renunciando gradualmente a su corporeidad hasta transmutar en cualidad independiente del soporte y la herramienta.

Es precisamente en estos dos aspectos en los que se centra esta exposición: a través de obras de la Colección MUSAC se pretenden mostrar las estrategias de la pintura contemporánea como heredera de la investigación precedente desarrollada en su devenir adaptativo, así como el contagio de su “esencia” pictórica al margen de la resolución formal de cada obra.

Para tratar ambos temas, en God Save the Queen se ha establecido un paralelismo con la teoría evolutiva conocida como “Hipótesis de la Reina Roja”, enunciada en 1973 por Leigh Van Valen, según la cual en un sistema evolutivo la mejora constante es necesaria solo para mantener el statu quo con respecto al resto de sistemas con los que se está coevolucionando. Esta teoría podría extrapolarse —con enormes matices, por supuesto— a la evolución llevada a cabo por la práctica pictórica y su adaptación para mantener su lugar mientras se desarrollaban e implantaban nuevas prácticas artísticas, que surgían como respuesta a avances tanto tecnológicos como sociológicos y estéticos.

La hipótesis continúa desarrollando el concepto de “carrera armamentística” o la mejora continua frente al “adversario”, y habla de la ventaja de la “reproducción sexual” como continuadora de las especies, ya que cada individuo se configura como un “experimento” de la mezcla de los genes de sus progenitores.

Continuando con el paralelismo establecido entre la hipótesis biológica y la práctica pictórica, la carrera armamentística tendría su correlato en la capacidad de exposición de la pintura y su predisposición a ir más allá de sus propios límites experimentando permanentemente tanto en su aspecto formal como lingüístico y conceptual.

Por su parte, la reproducción sexual haría referencia a la recíproca contaminación que se ha producido entre la pintura y otras disciplinas, lenguajes y soportes. No se trata sólo de un mestizaje o hibridación de disciplinas, ha habido también una disolución de unas en otras y un contagio por proximidad. Es precisamente este factor viral, incontrolable y espontáneo, el que funciona como un motor de cambio y favorece la evolución y la permanencia. Cada artista es producto de su tiempo, opera desde él, así las obras se configuran como un reflejo de un momento preciso y éste momento, más que ningún otro hasta ahora, es un tiempo profundamente promiscuo y desjerarquizado y su expresión artística no puede ser de otra manera distinta a él.

Han sido muchas las exposiciones que han tratado sobre estos temas y que se han acompañado de excelentes catálogos críticos; God Save the Queen quiere hacerse eco de ellas y rendirles tributo. Para tratar de traducir al espacio expositivo las dos áreas temáticas propuestas, la exposición se desarrolla en dos salas. En el Laboratorio 987 se atiende a los artistas que se expresan y trabajan desde la pintura, que bien abordan sus inquietudes a través de ésta o que aluden a temas autorreferenciales de la misma. En él se incluyen las obras de Pedro Barbeito, Toño Barreiro, Roberto Coromina, Luis Cruz, Iñaki Gracenea, Clemencia Labin, Miki Leal, Carlos León, Ángel Masip, Sergio Prego, Néstor Sanmiguel y Vargas-Suárez Universal. Todos estos autores son herederos de la evolución de la tradición precedente y cada uno de ellos ha explorado distintas soluciones formales desde dentro de la pintura. Latentes, en la sala, están cuestiones tales como la relación de la pintura con el espacio, la permanente dialéctica entre figuración y abstracción o la reinterpretación de corrientes pictóricas ya “clásicas”.

En la Sala 1 del museo se incluyen obras que en su forma y esencia “recuerdan” a la pintura. Se trata de obras que tienen una “naturaleza pictórica” pese a que se han materializado con elementos “extra” pictóricos. Se incluyen una serie de obras que aluden a la pintura como idea, como referente casi subconsciente a la hora de producir imágenes. En ella encontramos obra de artistas como AVAF, Lara Favaretto, Pierre Gonnord, Anna Malagrida, Ian Monroe, Pedro Mora, Diego Movilla, Muntean & Rosenblum, Marina Núñez, Jacco Olivier, Concha Prada, Trine Sondegaard & Nicolai Howalt, Jennifer Steinkamp, Sam Taylor Wood y Manuel Vázquez. En esta sala, además de lo señalado para la sala anterior, se tratan aspectos tales como de qué manera introducir el tiempo y el movimiento en pintura, los valores plásticos de materiales ordinarios, y se hace alusión a dos de los “géneros” clásicos de la pintura: al retrato y al paisaje.

Los Pistols gritaban que no había futuro. Mucho se ha dudado del futuro de la pintura y sin embargo resiste, en este largo presente continuo, respondiendo a la necesidad formulada por de Rimbaud de ser “absolutamente moderno”, entendiendo el ser moderno como una alianza inquebrantable con la contemporaneidad.

Por el momento La Reina sigue a salvo y ha salido de palacio.